La búsqueda de todo productor es la maximización de los rendimientos y para ello es necesario conocer los requerimientos hídricos del cultivo según su fenología.
La papa es un cultivo hídricamente exigente dado su escaso desarrollo radicular y a la demanda ininterrumpida de sus tubérculos por lo que requiere disponer de agua de manera constante para asegurar tanto el rendimiento como la calidad de los mismos. Al mismo tiempo, este cultivo requiere surcos bien drenados para evitar los encharcamientos y los consecuentes problemas fitosanitarios.
Los rendimientos en la papa son condicionados de manera dinámica por la falta de agua en distintos momentos críticos de sus etapas fenológicas, por ello es necesario conocer la fenología del cultivo y el impacto del riego en las mismas.
Los requerimientos de agua para un buen desarrollo del cultivo varían entre los 600 y 1.000 mm por ciclo dependiendo de la temperatura, precipitaciones, la capacidad de almacenaje del suelo y de la variedad. La mayor parte del riego se usa para la reposición del agua que se pierde por evapotranspiración del cultivo según el tipo de suelo, el estado del cultivo y las condiciones ambientales (temperatura, viento y humedad relativa circundante).
En el inicio de la tuberización es el momento crítico de necesidad hídrica dado el proceso de multiplicación y agrandamiento celular por el cual está atravesando el cultivo. Esto hace crucial la correcta programación y aplicación de una lámina de riego. Si el agua disponible en esa etapa es menor en un 50% de la capacidad de campo por al menos 48 horas, el tubérculo se verá afectado no expresando todo su potencial.
En general, la falta de agua durante la parte central y final del período de crecimiento, es decir, durante la estolonización y el inicio de la formación de los tubérculos y el crecimiento de los mismos, tiende a reducir la producción. Como consecuencia del estrés hídrico, se cierran los estomas en respuesta a la falta de agua (para evitar su pérdida).
El cultivo de papa requiere un cuidadoso manejo que evada tanto las deficiencias como los excesos de agua durante el crecimiento de los tubérculos. Un trastorno por exceso de riego genera las grietas en el tubérculo, son lesiones fisiológicas externas no infecciosas. Y a pesar que el agrietamiento no suele predisponer al tubérculo a su pudrición, las grietas de crecimiento pueden impactar negativamente la calidad de este. Las grietas hacen a los tubérculos muy poco atractivos para el mercado fresco. Este daño en la morfología de la papa aumenta cuando condiciones de crecimiento relativamente pobres son rápidamente seguidas por buenas condiciones, tales como un estrés hídrico prolongado o altas temperaturas, seguidos por un exceso de lluvia o riego.
Para reducir la incidencia de grietas de crecimiento, se debe mantener una humedad en el suelo apropiada durante la temporada. Esto es especialmente importante durante la etapa de llenado, cuando las plantas están grandes y sus tubérculos están creciendo rápidamente.
Finalizando el crecimiento y llenado de los tubérculos el agua no es necesaria y por lo tanto aplicar riego en esta etapa podría considerarse sobreriego. Ya que es el momento donde se transportan los hidratos de carbono al tubérculo, cambiando las hojas al color amarillo, un claro signo de la aproximación a la senescencia foliar.
La eficiencia de riego en el cultivo de papa
Regar eficientemente un cultivo no significa cubrir los requerimientos hídricos en función de un balance de suelo, sino que contempla la aplicación de una lámina precisa, en el momento climático y fenológico adecuado, en un marco de conservación de los recursos energía y tiempo.
En la irrigación de papa se utilizan sistemas de surcos o aspersión. El método por surcos es poco eficiente en el uso de agua y sólo es conveniente cuando hay un suministro abundante de la misma. En condiciones de escasez hídrica o suelos con poca capacidad de retención, es necesaria la irrigación por aspersión.
El contenido de agua en el suelo para que el cultivo no sufra estrés hídrico debe estar siempre entre la capacidad de campo (CC) y el punto de marchitez permanente (PMP), aunque sin alcanzar ninguno de los dos extremos. Cuando más se acerca el contenido de agua al punto de marchitez, el agua disponible es menor y se dificulta la absorción de agua por la planta.
Para ampliar este conocimiento, recomendamos asistir al seminario web que impartió el Dr. Marino Puricelli, de INTA Balcarce, durante el cuál desarrolló estrategias de riego eficiente para cultivo de papa y presentó un modelo de balance hídrico para determinar el momento de riego, aplicable para programar la lámina del riego complementario diario.
La restricción de la reposición de lámina y el riego parcial están siendo explorados como técnicas de optimización de riego en papa
Actualmente se están explorando técnicas que buscan mejorar la EUA (eficiencia en el uso de agua) de la planta de papa son: El riego deficitario (DI) y el Riego Parcial de la Zona Radicular (PRD).
En el DI se disminuye el volúmen de agua aplicado, buscando estimular la expansión radicular, a través de la reposición parcial del 75, 50 o 34 por ciento según las características edáficas y el material genético en cuestión, de la lámina de riego
Mientras que la técnica PDR busca estimular la producción de ABA, hormona que regula el cierre estomático, disminuyendo la transpiración de la planta y promoviendo que el agua quede disponible en la zona radicular bien regada. Siempre cuidando el equilibrio en el cierre estomático, que debe darse de manera parcial para no disminuir significativamente el intercambio gaseoso que impactaría sobre el metabolismo del cultivo.
El cultivo de papa requiere un riego estratégico para expresar su mayor potencial productivo.
Evitando tanto los excesos como los déficits e integrando lo desarrollado en éste artículo, podemos decir que las claves para evitar el sobreriego y el subriego tienen su base en:
- Conocimiento de la fenología del cultivo y momentos críticos de su desarrollo y crecimiento.
- Conocimiento del requerimiento hídrico del cultivo en el momento crítico del mismo.
- Conocimiento del suelo en el que estamos produciendo, asociado a su estructura y textura, lo que determinará su tasa de infiltración y capacidad de retención.
- Elección de un correcto sistema de riego en base a un criterio conservacionista no solo del recurso agua sino que también se considere la energía y las condiciones ambientales que enmarcan nuestro lote.
- Optimización y monitoreo del sistema de riego utilizado para asegurar la correcta aplicación de la lámina programada en términos de cantidad y homogeneidad de la misma.
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